Camisa y saco, pantalón y zapatos oscuros: Germán Martitegui está serio. Delante, lo escuchan Roberto Moldavsky y el Turco García. Del otro lado de la pantalla esperan millones de espectadores, en vivo y en directo. Algo que hace mucho no sucedía en la televisión abierta. «Quién deja hoy las cocinas es…», dice Germán y hace una pausa. La música sube el volumen y llega, al fin, la revelación: «Moldavsky».
La cuarta gala de MasterChef Celebrity, el reality culinario, consiguió el domingo pasado 22,44 puntos de rating, convirtiéndose en lo más visto del año en la televisión argentina. Un número que sin dudas denota la pasión que despierta hoy la cocina en la gente.
«Con la cuarentena tuve mucho más tiempo en casa y eso me llevó a cocinar cosas que antes no podía darme el lujo de hacer», cuenta, por ejemplo, Liliana Ibañez, especialista en health coaching (@consentido.bylilianaibanez), mientras prepara unos fideos de maíz con puerro, verdeo, champignones, cilantro y nueces picadas.
Sucede que el fanatismo de los espectadores y el revivir de la gastronomía en plena pandemia dan cuenta de un fenómeno mucho más amplio y transversal, visible en otros realities (Bake off, El gran premio de la cocina), en redes sociales (con Ximena Sáenz o Valentín Grimaldi), en Paulina Cocina con sus millones de seguidores, o en los autógrafos que les piden a diario a Narda Lepes (recientemente premiada como mejor chef femenina de América Latina), Donato De Santis o Dolli Irigoyen. ¿Cómo se explica semejante furor culinario? Aquí, algunas razones posibles:
1. La cocina, sinónimo de afecto
Con el mundo cerrado, la pandemia nos golpeó donde más duele: en eso que Aristóteles definió como la naturaleza del ser humano: su aspecto social y comunitario. Y ahí la cocina exhibe su gran poder afectivo. Cocinar para la familia, sorprender a los hijos con una merienda golosa, preparar platos caseros para mandar a los amigos. «En esos primeros meses donde no salíamos a la calle, la comida dejó de ser solo lo que nos ponemos en la boca para convertirse en una situación social, en darse un gusto, en compartir algo con seres queridos», afirma Liliana Ibañez, la especialista en health coaching. «Un montón de amigos y clientes me consultaron y entendí que les pasaba lo mismo». Lo que es claro es que, con Internet como fuente de consulta, los cocineros se transformaron en una suerte de gurúes espirituales.
2. Un mundo feliz
La competencia dominguera entre Lanata y MasterChef (con el reality culinario duplicando el rating de su oponente) muestra una necesidad de muchos espectadores por pasarla bien. «Durante la pandemia creció la audiencia de los programas donde estoy (El gran premio de la cocina, también en ElGourmet)», asegura Felicitas Pizarro, una de las cocineras más queridas de la pantalla. «No hablamos de noticias malas, de pobreza, enfermedades o muertes, sino de cosas lindas, de comer, cocinar, compartir. Esto llevó a una popularidad que incluso sale de los canales de nicho específicos y llega a la TV abierta. En todo esto hay una gran oportunidad para la gastronomía, aún en medio del golpe que significó el 2020».
3. Valores manuales
La pandemia marcó una vuelta a las manualidades en épocas donde todo se hace a través de pantallas. Un artículo publicado este año en USA Today, el diario de mayor tirada en los Estados Unidos, explicaba que durante el coronavirus lo viejo volvió a ser nuevo. «Rompecabezas, fotografía, tejido, cocina y jardinería se cuentan entre los hobbies abrazados desde que la mayor parte del país entró en cuarentena», dice. Y esto se replicó en el resto del planeta. «Hay algo mágico en la cocina. Puede ser lejana, aspiracional, pero siempre tiene un hilo conductor muy pegado a vos. Nunca va a ser del todo extraño, siempre hay una identificación. Por eso también creo que comida y cocina son un eje transversal a un montón de tipos de entretenimientos: con ellas se puede emocionar, solucionar, enseñar, ser técnico, dar tutoriales, hacer un cine visualmente maravilloso», dice Paulina Cocina, una de las grandes referentes mundiales de la cocina comunicada a través de redes sociales.
4. Fenómeno MasterChef
«Detrás hay un enorme trabajo de edición y de producción. Son cientos de personas haciendo cada programa, eligiendo las historias. Algunos decían que la gente no quería ver más TV, pero lo que nadie quiere es mirar programas de porquería.», asegura Germán Martitegui, el jurado del reality que este año muestra su faceta más emotiva, más allá de su perfil profesional y detallista. «Los tres jurados están espectaculares», afirma Adriano Salgado, cineasta y creador del grupo de Facebook MasterChef Celebrity Argentina, con casi 500 miembros. «Arranqué el grupo en 2014, con el primer MasterChef, surgió medio en broma pero fue creciendo. Ahora lo puse como secreto, ya somos demasiados». En el grupo hacen pronósticos de quién será eliminado, discuten por un plato, critican a un participante o ensalzan a otro. «Lo único no permitido es el spoileo. Hace poco una chica avisó que la iban a eliminar a Patricia Sosa y la eché. El suspenso, el modo en que el programa entrega la información, es lo mejor del programa. Me gusta creer el espectáculo, no quiero ver los hilos que hay detrás», dice Adriano.
5. El sabor de la infancia
No hay escena gastronómica en la literatura más citada y parodiada que esa magdalena que provocó que Swann recordara su vida en las 3000 páginas de En busca del tiempo perdido, la monumental novela de Marcel Proust. En tiempos pandémicos, volver a ese origen funciona como refugio emocional frente a la incertidumbre. La primera definición de comfort food, escrita en 1966, decía que «bajo un stress emocional severo los adultos recuperan la llamada comida comfortable, una comida asociada a la seguridad de la infancia». En su libro Comfort Food, el cocinero Jamie Olivier (el principal best seller entre los cocineros mundiales) reafirma que esta cocina «tiene el poder de hacerte sentir a salvo, seguro, completo, alegre y amado». Es esa milanesa que prepara el Turco García en MasterChef, mientras recuerda emocionado (y emocionando) que en su infancia pobre ese plato era un sueño, un festejo.
6. El placer de comer
«La importancia de la comida es evidente: si no comés, te morís», afirma Carina Perticone, semióloga y especialista en la historia de la alimentación. «A esto se suma el placer. Comer es uno de los placeres más instantáneos y fáciles de conseguir. Tenemos un cerebro que pide dopamina todo el día, y una manera rápida para obtenerla es comer algo que nos parezca rico. En los programas de TV y en las redes hay un consumo simbólico de aquello a lo que a veces no podemos acceder, o lo que perdimos, esa cosa de cuándo eramos chiquitos y mirábamos a mamá cocinando. Ahora vemos al cocinero».
7. Estrellas al alcance de la mano
A diferencia de otras celebrities, incluso los cocineros más reconocidos siguen siendo personas normales. Fernando Trocca cocinando con un disco de Chavela Vargas de fondo; Lelé Cristóbal filmado por su pareja en su casa. «Mucho se dijo que los cocineros son los nuevos rockstars, pero hay grandes diferencias. Al rockstar no lo ves de cerca: es inalcanzable. Al cocinero en cambio lo ves en el despacho, en su restaurante, cansado, sucio, como en cualquier otro oficio. En estos meses cocinamos en nuestras casas, con nuestros hijos apareciendo en la pantalla», dice Felicitas Pizarro, que este mes estrena Contigo pan y cebolla, nuevo programa en ElGourmet, donde justamente prepara recetas junto con su marido Santiago Salerno.
8. Lo que importa es el mensaje
«La pandemia nos hizo tomar conciencia sobre nuestra salud», dice Sol Attie (@sol_attie), licenciada en nutrición de la UBA. «Sabemos que una alimentación adecuada ayuda al sistema inmune y esto empezó a despertar el interés por una cocina saludable, especialmente evitando los ultraprocesados», dice. En esa carrera por comer mejor, por comer «alimentos honestos que no esconden nada», como los llama el reconocido periodista Michael Polland, los cocineros actuales se convirtieron en abanderados naturales. «Antes se buscaba más la receta, ahora elijen más un mensaje. Hay una evolución en el conocimiento gastronómico de la gente que es increíble. Y lo que buscan ahora es ir más allá, se metieron temas como la ecología y la sostenibilidad. Recetas ya hay en todos lados; hoy comunicamos otra cosa», concluye Germán Martitegui.
Fuente: La Nación