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Ruth Schiavone (40) trabajó como instrumentadora quirúrgica. Hace un tiempo viajó a San Rafael (Mendoza) con tres amigos fotógrafos, descubrió la zona de Valle Grande y quedó admirada por la montaña. Esa experiencia, que podría tratarse de una simple anécdota, caló muy hondo en su interior. Tal es así que hace siete años dejó su antiguo empleo en una clínica y viajó a esa ciudad para dedicarse a la fotografía de deportes extremos, en especial en la altura.

“Me coloco el arnés, me cuelgo mi cámara y salgo a volar a través de cables de 350 metros de largo y 140 de altura retratando la experiencia de los turistas. Mi relación con la naturaleza es de admiración y de respeto. Cuando te encontrás tan simple y chiquito ante tanta majestuosidad cambia el modo de ver las cosas. Con los turistas tengo una excelente relación, los motivo y los acompaño en tamaña locura. Luego de siete años crecí internamente, descubrí la belleza de lo simple, me encontré con mi esencia y me di cuenta que no hay límites para atreverse, para empezar de nuevo y para darnos cuenta hasta donde podemos llegar”, expresa Ruth.

El caso de Ruth no se trata de una excepción ni mucho menos. Cada vez son más las mujeres adultas que se animan a “patear el tablero” para dar un giro de 180 grados en su vida laboral. De esta forma se permiten el hecho de poder cumplir con viejos anhelos que debieron postergar o concretar metas que fueron apareciendo a lo largo del camino.

“La expresión ‘patear el tablero’ implica un cambio psíquico muy importante. Tiene que ver con el encuentro con uno y con el deseo que lo habita ir tras él, tras su satisfacción y con querer lo que se desea. Es convertirse en sujeto de deseo. El mundo ha cambiado y las mujeres también. La subjetividad femenina ha dejado el sojuzgamiento de años, las mujeres tienen mayor libertad sexual, económica y social. Se han liberado del matrimonio y de la maternidad, entendida como destino en el siglo pasado”, explica la doctora Mónica Cruppi, de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora del libro Vivir en la posmodernidad.

Sandra Delistovich (49) trabajó en la Policía Federal desde 1999. Cuenta que en muchas oportunidades se sintió maltratada por el “concepto machista de algunos integrantes de la institución”. A raíz de un conflicto que tuvo, se deprimió, pidió licencia y nunca más volvió. “Ahí empecé a tomar clases de rock y de americano, hice el profesorado y empecé a dar clases de baile y a lograr que la gente pueda encontrar un espacio para disfrutar, un lugar de contención”, dice.

Sandra dice que al principio a su familia le costó comprender que bailar era un trabajo hasta que lentamente comenzó a darle un rédito económico. “Me defino como una profe divertida, donde lo que prima es la alegría de la gente. En este nuevo trabajo me siento libre, independiente, feliz, realizada, creativa, con mucha energía, pero sobre todas las cosas con una inmensa responsabilidad de llevar adelante al grupo”.

Natalia Fernández, coach Ontológico Profesional especializada en el Entrenamiento del Ser, lo explica así: “Nos fuimos dando cuenta de que nos llena más la vida buscando la manera de hacer un emprendimiento o trabajar de lo que nos gusta para poder sostener la paz interior para llevar adelante el resto de las actividades: la casa, los hijos… Nos permitimos probar, ver qué hay más allá de lo conocido sin sentir que le estamos fallando a algún mandato o deber social/cultural/familiar. Nos permitimos explorar una vida diferente, sabiendo que hay más posibilidades de las que creíamos y podemos volver a confiar en nosotras mismas, en que podemos ser independientes y que también seguimos siendo valiosas”.

Y concluye: “Nos conectamos con el merecimiento, con lo que nos pasa a nosotras, y ya no queremos seguir cumpliendo con mandatos, sueños u objetivos que son de otros y que ya no tienen que ver con nosotras”, puntualiza Natalia Fernández, Coach Ontológico Profesional especializada en el Entrenamiento del Ser.

Mirta Rufino (52) empezó a trabajar a los 18 años como vendedora en una lencería y se dio cuenta de que le gustaba mucho el contacto con la gente. Sin embargo, en el año 2009 empezó a sentir que no era valorada, que merecía mucho más y que, además, quería manejar sus tiempos. Entonces, comenzó a realizar cursos sobre tarot hasta que se dio cuenta de que era eso lo que realmente la apasionaba. “Trato primero de explicarles que las cartas se usan como método orientativo y que la decisión la toma la persona. Hacemos una tirada astrológica de las 12 casas; ahí veo cómo está la persona en cada aspecto de su vida y luego me pueden preguntar lo que quieran”, explica Mirta. ¿Lo que más le gusta? “El agradecimiento de la gente cuando se siente comprendida, ayudada y tratada sin ser estafada… Y la cara de admiración cuando les decís las cosas que ellos saben pero yo no”, responde.

Pese a que había estudiado Nutrición, Natalia Anfosse (42) trabajó durante 20 años en una empresa hasta que a finales del 2017 renunció. Luego de realizar un trabajo interior para vencer los miedos que tenía, comenzó de lleno a dedicarse a su profesión. “Nadie me creía que iba a dejar porque estaba en mi zona de confort, estaba -bien paga, segura-, hasta que me decidí por más. Mis pacientes son maravillosos, lo vivo desde la libertad de poder liderar mi profesión con mi vida personal”, expresa Natalia.

En ese sentido, Natalia Fernandez complementa el panorama: “A la hora de tomar este tipo decisiones es fundamental poder encontrarse con uno mismo para dar ese giro a consciencia y no como un ‘manotazo de ahogado’. Si no, implicaría trasladar el problema y la situación puede ser aún peor, porque ya no contamos con la contención y seguridad de la ‘zona de confort’. Que la búsqueda de un trabajo nuevo nos motive y movilice a ser una mejor versión de uno mismo y no a tapar con un estado de ansiedad y estrés una situación de infelicidad interior. Es muy importante ordenar las ideas, buscar ayuda de un profesional para poder estar internamente en coherencia para saber qué objetivo queremos lograr y cómo diseñar un plan de acciones para llevarlo a cabo”.

LA MIRADA DE LAS ESPECIALISTAS“En estos cambios de rumbo, el apoyo de la familia es clave”

A la hora de dar estos giros trascendentes en sus vidas, muchas veces estas mujeres necesitan el apoyo o el visto bueno de sus seres queridos para tener más confianza e impulso a la hora de concretar metas postergadas. Deseos que están siempre ahí, acechando, hasta que un día nos animamos…

“Normalmente, cuando hay un cambio en una persona dentro de un grupo familiar suele haber resistencias por parte de los otros porque se han establecido o fijado con los años roles que para algunos resultan satisfactorios, pero que ya no para la que decide patear el tablero. Al principio puede haber algo de tensión, pero luego se resuelve. Siempre es conveniente el diálogo en este tipo de circunstancias expresando claramente lo que se quiere o desea para esta etapa de la vida”, sostiene Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autor del libro Vivir en la posmodernidad.

Para Natalia Fernández, “si bien el apoyo de la familia es importante, también lo es cumplir los sueños propios. Por eso es clave tener un plan. Si vivimos en pareja es bueno consensuarlo de a dos; de esa manera podremos armar ese plan que se adapte de la mejor manera posible a cada pareja o familia. Analizar pros y contras, ver qué es lo que se necesita para llevar adelante semejante cambio. También, desde ya, es importante el dialogo, la empatía, la comprensión, el amor y elegir desde un lugar de autoconocimiento y no de enojo o arrebato”, opina Fernández, coach Ontológico Profesional especializada en «Entrenamiento del Ser».